Hoy, mi hija decidió intentar por primera vez saltar la cuerda. Se la regalaron en una piñata, así que amaneció decidida a lograrlo. Primero le pidió a su papá que le explicara cómo, y luego decidió conquistar el mundo a brincos. Cual fue su sorpresa que al cabo de varios intentos, se frustró. "¡No puedo!" Aventó la cuerda y se cruzó de brazos. Yo le dije que había que practicarlo muchas veces antes de lograrlo, pero ella me contestó que practicar no es divertido. Y ahí me identifiqué con su frustración. Practicar realmente no es divertido. No lo es porque te caes, te raspas, te enojas, sudas, sufres, te desesperas y te sientes torpe. Así me pasa mil veces en el negocio. No me gusta practicar, estaría bruto nacer siendo un fregón sin pasar por las penurias. Pero entonces pensé: Practicar no es divertido, pero debería serlo. Al menos descubrir algo de divertido para pasar bien el rato. ¿Qué es divertido dentro de la práctica que me da el impulso de intentarlo de nuevo? ¿Usar la imaginación? "Soy un conejo mamá" me dijo ella, y luego vi esa sonrisa después de que logró un primer salto. "Ves", le dije, "si no hubieras practicado como practica un conejo, no te hubiera salido ese brinco". Así que mañana saldré dispuesta a practicar para lograr ese siguiente salto. Todos podemos ser conejos :)
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